Tormenta distante...

1·4: De los tres Reyes Caóticos de Melniboné.

-En aquella isla rodeada de otras cuatro islas menores que acabarían siendo en suma la patria de los fríos y crueles Melnibonéses, el pueblo de Tánuk arribó en una pálida orilla totalmente despoblada de todo tipo de vida, un enorme espacio arenoso que sería el primer emplazamiento de Imrryr algún día.
Los pre-melnibonéses estaban eufóricos por el descubrimiento de la nueva tierra, y estaban debatiendo sobre quién sería el nuevo líder del pueblo del difunto Tánuk cuando ocurrió algo increíble. De pronto, de la nada, surgió un joven de penetrante y sabia mirada, que vestía una hermosa y terrible armadura y que llevaba, en vainas magníficamente trabajadas dos espadas que podrían un día decidir el destino del Mundo. Los pre-melnibonéses se desconcertaron sobremanera por aquella aparición, pues creyeron, suponían era, un habitante de aquella isla "destinada al pueblo de Tánuk"... Un habitante, además, magníficamente armado y proveniente sin duda de una civilización mucho más avanzada que ellos.
Ese fue el día en que el pueblo de Tánuk se alió con el Caos: El joven se presentó como Arioch, y explicó a los nerviosos pre-melnibonéses quién era el y lo que el Caos quería de ellos. Arioch designó: "Esta isla hospedará a la raza que dominará el Mundo".
Y los pre-melnibonéses se maravillaron.
En su segunda profecía, Arioch dijo: "Pero esta isla no podrá tener todo el poder, y, aquel que debe ser la palabra del Caos en la tierra no será nunca melnibonés".
Los pre-melnibonéses accedieron gustosos a este segundo designio, ignorantes de que era más importante de lo que parecía. y por último, Arioch señaló unos montes que se hallaban tras de sí y dijo: "Aparte de dominar el Mar, explorad bien esos montes, pues de allí extraeréis fuerza y riqueza"... Tras esto, Arioch entregó una tabla llena de runas que explicaban ritos y formas caóticas y desapareció. Los pre-Melniboneses abrazaron así la etnia
caótica para siempre, con lo que quedaron marcados para siempre los patrones mentales de los melnibonéses.

1·4·1: Imrryr, el primer Rey (123 M):
-Hizo falta poco más que un siglo para que los pre-melnibonéses colonizasen en su práctica totalidad aquellas cuatro islas. Siglo también que hizo falta para que la población que en ellas habitaba (unos 2.000), nombrasen un primer Rey, Rey que sería el primero de tres soberanos que marcarían las pautas sobre las que se fundaría el más poderoso reino del mundo.
Imrryr, un altivo y perseverante marino fue ese primer Rey. Durante su mandato, Imrryr recorrió grandes distáncias por Mar, marcó las primeras rutas y trazó los primeros mapas.
Imrryr era un marino tan experto aún en su tiempo que sus mapas, redibujados y levemente modificados se usan en el 1.700 R.J. Dió nombre a los Mares y a los Océanos, y llegó tan lejos en sus expediciones que se especula con que Imrryr puso pie en una gran península que quedaba mucho más al Este que la actual Fortaleza Impía.
Pero la obra más grande de Imrryr fue, sin dudas, la ciudad a la que dio su nombre. Una ciudad que no era más que una pobre ciudadela portuaria cuando él comenzó su reinado terminó siendo la gran ciudad portuaria que él soñó: "La ciudad que lleve mi nombre debe ser la futura capital de un Imperio marítimo".Decía el primer Rey caótico. Cuando Imrryr murió, la ciudad que llevaba y llevaría su nombre a través de los siglos tenía una grandiosidad y sofisticación totalmente fuera de lugar en su época, si bien era seis veces más pequeña que la del 1.700 R.J.

1·4·2: Jhader el draconiano (162 M.)
-De Jhader poco se puede decir más que, como su nombre indica, fué el primer domador de los dragones que poblaban la isla posteriormente llamada isla del dragón.
Jhader consiguió hacer de los dragones un terrible aliado en el futuro de los melnibonéses, además de establecer pequeños emplazamientos en las penínsulas más cercanas a sus islas, que en el futuro serían colonias. Jhader, curiosamente, murió devorado por los dragones que él mísmo había amaestrado.

1·4·3: Melníbono, fundador de Melniboné (193 M).
-Éste fué el último Rey melnibonés, pues consiguió en su mandato tanto avance y potencial para la Isla del Dragón que sus sucesores ya fueron emperadores.
Melníbono, que quizá fué el mejor gobernante melnibonés de todos los tiempos, proclamó y escribió nuevas ideas, de doctrina claramente imperialista, que por su brillantez son releídas aún más de cinco milenios después. Melníbono explotó las montañas centrales más que sus dos predecesores juntos, fomentó la cultura, la religión, y marcó los primeros pasos para una iniciación importante en la hechicería. Melníbono también fue el creador del sistema esclavista melnibonés, y expandió una de sus colonias (la de la mayor península de Vilmir) hasta poder explotarla abiertamente, masacrando a los salvajes que allí habitaban.
A su muerte en el año 245 M, Melníbono había marcado las primeras pautas en la colonización, la hechicería, la marina, la cultura, el sistema melnibonés y la extracción de riquezas, además de una gran herencia intelectual, basada en tres libros claves de la historia melnibonésa: El Libro del Expansionísmo, el libro de los conjuros, y el libro de los salvajes. En reconocimiento de éste superdotado Rey, las islas del Dragón serían para siempre Melniboné, y sus habitantes, melnibonéses.

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Si estos es un horno de stormbringer...quiero ser horneado!

+1 a tu partida, si lo tienes a bien.

Ja ja ja ja!! Que simpático eres, condenado.

+++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++1 JAJAJJAJA

Bueno, puesto que deseo comenzar la campaña con cuatro jugadores y ya tengo a dos, quedan dos. Una cosa es que las matemáticas no sean lo mío y otra bien distinta es una col lombarda brillante que refulge por la noche (Javier sabrá a lo que me refiero). Pues eso, damas y caballeros. Quedan dos puestos para dos participantes. Hagan juego, hagan juego...



PD: Lo voy a mover por facebook que esto va de relax.

Ugo: Sangre entre lechugas de sangre

Según contaba vuestro padre, Arred, hombre de cara marcada por cicatrices, voz quebradiza y barba parda y rala, llegaste al mundo hace unos veinte o veintiún años. Arred sabía como leer en las luces del cielo los cambios de año y en ocasiones, incluso vaticinaba el paso de las estaciones. No es fácil hacerlo en un cielo cambiante en todos los sentidos, tanto en color, como en luminosidad como incluso en la temperatura misma del aire que “guarda” las pequeñas luces incrustadas en él.
Tres hermanos fuisteis, no estás seguro de si sólo tres varones. Tu hermano mayor, Lurm, aseguraba en susurros que vuestra madre había parido una niña antes de tu llegada al mundo y que en situación de extrema necesidad habían decidido dejar morir de hambre a aquella criatura por considerar que una mujer, en esa tesitura en que la familia se hallaba era más estorbo y un ser condenado a desgracias que otra cosa. Lurm aseguraba, con otras palabras que aquellos eran usos habituales del pueblo del que procedíais y que en caso de considerar que las bocas a alimentar no iban a dar más que “problemas” por su sexo lo mejor era no alimentar más aquellas bocas.

Aquella historia, como otras tantas, te marcó en tu infancia.
Tres hermanos fuisteis, o dos hermanos llegaste a conocer. Por orden de salida al mundo, Lurm, Ugo y Jeric.
Lurm dos años según tu padre te llevaba, y año y medio más tarde, Jeric vino al mundo. Fue, según Arred un año de frío sin fin, de “nieve”, cosa que tú no recuerdas y que suena mágica, como tantas otras a tus oídos. Fue año de grandes fiebres y de parto difícil. Sania, que así se llamaba tu madre, no lo soportó. Lurm, según tu percepción, debió de odiar al recién nacido Jeric desde aquel mismo instante, a pesar de su tierna edad. ¿Pero acaso fue tierno alguna vez tu hermano Lurm?
Sania, la madre que no recuerdas os dejó un importante legado: Ella era la que mejor sabía trabajar las hortalizas en la región, ella era la que supo trabajar de mejor modo con las “lechugas de sangre”: Estupendos vegetales en forma de bola y de color entre sanguino y violáceo que os alimentaban bien y reconfortaban vuestros días. Con este delicado manjar acompañado de tubérculo dorel y de vez en cuando un trozo de pata larga o algún perro salvaje al espeto, sobrevivíais en incluso vivíais razonablemente bien.

Pero fue vuestro padre, Arred, en compañía sobre todo del pequeño Jeric quien se dio cuenta de la influencia de las luces y de lo que salía de las luces sobre vuestros cultivos. De una “luz quieta” de tono amarillento salían, emitiendo un sonido particular, filas y filas de una especie de babosas, del tamaño de una mano adulta cada una, todas emitiendo un pulsante fulgor. La primera vez que vuestro padre encontró tales seres, éstos ya estaban “influyendo” de alguna manera a vuestros cultivos. Cuando Arred, asombrado, comprobó que aquellos seres no consumían vuestras lechugas si no que lo que hacían era “cambiarlas” en otro tipo de lechuga distinto, algo nunca visto, nacieron vuestras “lechugas de sangre brillantes”. En cuanto a las otras, a las “lechugas de sangre” normales, ya vuestro abuelo, que también trabajaba los cultivos, aunque no con tanta destreza, vertía verdadera sangre de cualquier animal cazado por la zona o incluso cualquier “visitante”, que entrase por las “luces cambiantes”.

Y es que vives en una región de luces y maravillas… Aunque esas maravillas a tus ojos quizá ya no son tal. Las gentes de tu región conocen a las luces de dos formas, básicamente: Las “luces quietas” no son otra cosa que agujeros, una especie de portales a otro plano (en Stormbringer son planos, no dimensiones) de donde sale una especie de energía particular y de donde a su vez pueden “manar cosas”. Pero siempre salen las mismas, por lo que son más o menos predecibles. Son como “ríos” para vosotros, por así decirlo. Las “luces cambiantes” son portales que deformando la realidad se abren repentinamente, cerrándose pronto en la mayoría de los casos y de donde puede salir absolutamente cualquier cosa. Por eso las “luces cambiantes” son temidas y evitadas, mientras que las “luces quietas” son, para algunos, algo temible y para otros, parte de la naturaleza.

La soledad a veces te abruma por momentos, Ugo. Tu padre murió teniendo tú Diecisiete años. Cogió un mal una noche fría y al día siguiente su cabeza ardía y no paraba de vomitar. De nada sirvieron los ungüentos que os dieron en Cuernoculo, el villorrio cercano, y tampoco teníais ningún dios al que rogar, ya que los señores del Caos son insensibles a la muerte y a las desgracias de los hombres.
Sin tu padre, tu hermano Jeric se atrevió a algo que siempre había deseado: Cruzar una “luz quieta” para descubrir qué se hallaba al otro lado. Tú le recomendaste no hacerlo jamás, pero Lurm no estaba para nada en contra.
Jeric realizó su expedición al día siguiente de la muerte de Arred, cogido por sus hermanos, atado por una cuerda. La cuerda llegó a su límite y no se movió de allí. Pasadas dos horas, Lurm y tú tirasteis, pero era como tirar de una montaña: La cuerda no se movía ni un milímetro. Pasadas más de cuatro horas, ya de noche, Jeric volvió… Pero ya no era el mismo.

A la noche siguiente, un febril Jeric atravesó la misma “luz quieta” para no volver más, al menos hasta ahora. Tú trataste de evitarlo con tus gritos, pero él no escuchaba. Tu hermano Lurm no hizo nada por detenerlo.

Triste y algo deprimido, seguiste trabajando con tu hermano en los campos, hasta que ocurrió lo que tenía que pasar. Al año y medio de la desaparición de Jeric, Lurm proclamó todos los campos como suyos e intentó matarte. Una rabia ciega invadió tu cuerpo desde la punta de los dedos de los pies hasta tu cuero cabelludo. De repente no existía el dolor, ni el miedo, ni la precaución. Rompiste la cabeza de tu hermano de tantas pedradas que cuando terminaste no quedaba nada de su cara. Enterraste en los mismos campos su cuerpo. Y te quedaste sólo, sin familia… Con tu choza, tu barril, tus lechugas sangrientas y algunos rábanos…

Al sur de Pikarayd, en tierra de prodigios caóticos habita en soledad Hugo. “Hugo el lechugo” para algunos villanos. De su destino nadie podría atreverse a vaticinar nada, pero el Caos está tanto en su sangre, como en el color de sus lechugas.

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Los Theoran son una familia emblemática de Meníi, capital de la Isla de las Ciudades Púrpura (medio siglo atrás sólo se habría dicho que la isla no tenía capital ni estado, y que Meníi no era sino la más importante de una serie de ciudades-estado isleñas).

Como en el caso de otras familias de cierto abolengo, casi nadie puede remontarse exactamente a los orígenes de la familia Theoran. Se dice que en ciertas escrituras aparece un Theoran en el barco del casi mítico “Gormak el sanguinario”, en los ya lejanos tiempos de la piratería, cuando el actualmente poderoso y rico estado de las Ciudades Púrpura era sólo un creciente grupo de ciudades infestadas de piratas fanáticos de los elementales que causaban estragos y eran temidos en todos los mares desde el mar Oriental hasta el mar Pálido. (entre el 1.000 RJ – 1.288 RJ)

Pero la ausencia de “mitología” escrita o conocida que mencione el nombre familiar y las poco numerosas apariciones de familiares en altos cargos o con importante patrimonio a través de la documentada (y no tan documentada si no de boca a boca) historia de la isla es la causa de que si bien la Casa Theoran es emblemática en la isla dado lo añejo de su apellido, relaciones y poderío reciente, no está al nivel de los más “míticos” y aristocráticos apellidos de la isla. Mas es buena sin duda su posición, y en Meníi es por todos conocida.

Sobre el 1600 RJ hubo un Gran sacerdote Theoran en la “Cueva del agua” de Utkel… Hubo un Theoran en los mismos años que compró y especuló exitosamente con cierta zona poco explotada entonces del puerto de Meníi, cuando aquello era mucho más factible que hoy multiplicando con ello los beneficios obtenidos en más de cinco veces su inversión, ya de aquellas importante. El hijo de éste llegó lejos en las fuerzas navales unificadas que nacieron después, sobre el 1630, llegando al cargo de capitán y siendo reconocido almirante consejero en su senectud.

El nieto de éste Theoran consiguió el título de Conde de la Isla de las Ciudades Púrpura por primera vez para la familia, en el 1686 RJ. Éste es Jonás Theoran, actual Conde perteneciente al Concilio de los Nueve que rige la isla y hermano mayor de Reed Theoran, padre de Ron.

Ron Theoran, pues, es sobrino de “uno de los Nueve”, ni más ni menos, y tiene dos hermanas menores, ambas casadas ya, y un hermano mayor: Vir, totalmente centrado en ascender en la jerarquía del fastuoso Templo de Oro, donde a su temprana edad de 27 años es ya “administrador de Goldar.”

Cuenta con otro más en este horno.

¡Yo también me apunto! :3

Hala,a hornearse todo dios! Me alegro de volver a veros y de saber que volveremos a jugar, chavales. Tadomikika contigo todavía no he tenido la ocasión de compartir dados pero no te preocupes, tendrás doble ración para pillar el ritmo pronto


PD: Me alegro mucho de poder dirigiros.

Jorge escribió:Hala,a hornearse todo dios! Me alegro de volver a veros y de saber que volveremos a jugar, chavales. Tadomikika contigo todavía no he tenido la ocasión de compartir dados pero no te preocupes, tendrás doble ración para pillar el ritmo pronto


PD: Me alegro mucho de poder dirigiros.

Sí que lo has hecho, Jorge. ¿O ya no te acuerdas del borracho broncas tartamudo de Aquelarre, Onofre Eukore? xDDD

Hostias es verdad. El buen Onofre. Inolvidable él. Pues ahora habrá más para todo dios, seáis tíos, tías o cosas, tanto me da. Ya tenemos a los cuatro: Ugo, Ron, Edvard y Dyra. Listos para estormbringear.

Si señor, da gusto ver a la "vieja guardia" hahaha.

El actual reino de Jharkor tiene sus orígenes en una gran colonia melnibonesa que ocupaba tanto parte de lo que hoy es Dharijor como el propio Jharkor. Si bien la antigua colonia melnibonesa de nombre perdido en el tiempo no era muy populosa en los propios melniboneses y se volcaba lo justo hacia el interior del continente Oeste, poblaron bastante las costas de ambos países con ciudadelas y faros, conforme a su costumbre y a sus imponentes medios marítimos de la época. Los que hoy son países distintos y sumidos en una guerra interminable eran entonces una amalgama de prados, bosques, costas y montañas llenos de caza y de en general pacíficas tribus autóctonas. Los melniboneses se nutrían mucho de la caza y pesca de la región, rica en todas sus variedades. El terreno que un día ocuparía Jharkor era habitado por una mezcla de tribus poco beligerantes, visitas de pueblos nómadas myrrhyn (el pueblo alado) de la época y algunos miles de melniboneses residentes fijos. No era un estado tal cual, era más bien un granero de caza, materias primas y esclavos.

Los siglos pasaron y llegó la guerra darzhi y con ello muchos melniboneses se alistaron y partieron hacia las hoy llamadas “tierras del silencio”, dando un gran respiro a las tribus del interior, que quedaron ya mucho menos expuestas a los manejos del imperio de la luz y más abiertas a las visitas de myrrhynienses y de “profetas negros”, auténticos “santos” que llegaron desde el noroeste para obrar milagros e impartir sabiduría. Con el legado que dejaron en sus visitas los venerados y desde entonces pertenecientes al “folklore” de la región noroeste de Jharkor, se fundó el primer templo de Sequaloris, siendo a partir de entonces (sobre el 1.000 M) esa pequeña villa referente en todo lo que se refiere a iluminación y acumulación de sabiduría.

Pero los profetas, como los melniboneses, terminaron retirándose al recuerdo, cada vez más lejano. Tribus y tribus se fueron asentando libremente al interior del país y todo transcurrió en relativa paz, recibiendo, eso sí, los habitantes de ambos países de la actualidad la visita de algún señor del caos que otro. Por desgracia para el desarrollo de aquellas gentes los melniboneses regresaron para quedarse unos tres siglos más tarde, retomando su “minería” y almacén local. Se irían retirando paulatinamente, con el paso de los decenios, pero muy lenta, lentamente. Pasaron más de dos milenios. En esos dos milenios lo más reseñable fue la invasión de los melniboneses a tierras de los myrrhynienses, estando a punto de terminar con ellos para siempre.


En el año 0 de los Reinos Jóvenes, algo ocurre que cambiará para siempre la historia de mundo: Pan Tag cae al mar desde lo alto, “cayendo” desde otra dimensión, expulsada de otro plano.

El pueblo mabden toma lugar desde entonces entre los incipientes reinos jóvenes, trayendo en su caída no sólo una gran isla compuesta de cristal oscuro sino a toda una raza distinta a lo que entonces habitaba el mundo de Stormbringer. La “caída” de una especie de meteoro llegado de otra dimensión en pleno mar provocó, es de suponer, terremotos, olas inmensas y desastres incuantificables, destruyendo puertos del imperio de la luz enteros y terminando con decenas de millares de seres en todas las costas medianamente cercanas. La futura Pan Tang había llegado. Y con ella, sus teócratas, cuya sola mención sería temida fuera de la “isla del diablo” ya desde el siglo tercero RJ en adelante.

Los mabden lo cambiaron todo en el continente Oeste. Invadieron a saco, en el siglo VI todo lo que hoy es Dharijor, quedándoselo prácticamente en propiedad. Trataron de quedarse ya entonces con lo que hoy es Jharkor pero entonces, el actual Jharkor ya poseía sus tres ciudades mas importantes: Sequaloris, Thokora y Dhakos. Las tres entonces eran poderosas (para la época) ciudades estado que habían tenido sus divergencias durante dos siglos y alguna que otra batalla, no demasiado sangrienta, pero que no dudaron en unirse contra el enemigo común, cosa que no habían hecho sus vecinos, los antiguos dharijorienses, llevándolos prácticamente a la extinción. Sobre el año 700 RJ los jharkoritas rechazan en una gran batalla a los pantangianos, consiguiendo una gloriosa paz que permite al país unirse y a las ciudades estado de entonces, hermanarse. El descendiente del entonces considerado principal artífice de Jharkor muere dejando sólo un descendiente. Su descendiente será el primer rey de Jharkor, ya en el año 720 RJ.

Por desgracia ese mismo rey tuvo guerras con sus paisanos de entonces por deseos de independencia por parte de unos y otros y tras otros treinta años de gran inestabilidad, Jharkor pudo considerarse un país ya unido y no con demasiadas fisuras, siendo tenido desde entonces como uno de los primeros reinos indepndientes de los reinos jóvenes.

Pero en el año 1000, Slaazis, terrorífico en el recuerdo teócrata de Pan Tang, más poderoso que ninguno de sus predecesores atacó el actual Jharkor y redujo su capital, Dhakos, a cenizas, teniendo que ser el país “reconquistado” por facciones rebeldes y “aliados” (invasores también) del entonces pujante y novedoso imperio lormyriano.

Fue muy duro aquel período. Y el siglo que Slaazis pasó en este mundo dejó memoria en todos sus coetáneos entonces, pero al final, Jharkor quedó “pacificado” bajo la tutela del imperio lormyriano y sus habitantes, de tendencias y creencias caóticas de antiguo, quedaron bajo la “benévola” supervisión de la Ley.

Nada es eterno y tras la retirada de los lormyrianos de un país lejano a su patria chica, Jharkor, de nuevo independiente y reunificado vuelve a ser libre y próspero, conociendo un período cultural, económico y de crecimiento demográfico importante bajo la dirección de su considerado hasta hoy mejor rey: Missente, desde el 1375 RJ hasta el 1445.

Desde allí hasta el día del inicio de la partida, año 1715 RJ muchas han sido las cosas que han ocurrido en Jharkor, pero las líneas maestras ya han sido dadas aquí. Lo más reseñable que ha ocurrido en este interesante país del continente Oeste en los últimos tiempos es la irrupción de su primera reina: Yishana, llegada al poder en el 1710 y que parece favorable a muchos cambios, innovaciones y aperturismos.

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Suena extremadamente interesante. Me muero de ganas de empezar.

No te mueras todavía xD. Además aún debo subir un texto mas sobre tu personaje hoy. Pásate esta noche (sobre las 0:00 horas) y debería haber algo. (Fuera, pereza!!, fuera, sopicaldo!)


PD:Me alegro de que te guste. Ya falta menos.

Dyra nace una soleada tarde de 1.690 en el Templo Zanath, capital de Jharkor. El templo Zanath fue fundado por el rey Missente en honor de un supuesto “santo negro” que visitó el noroeste del país en tiempos remotos trayendo sabiduría y prosperidad con el y que decía responder a ese nombre. Es por lo tanto el templo Zanath uno de los más antiguos y respetados de todo Dhakos y su función es la de un templo abierto “a todo tipo de divinidades”, ideas y cultos. La pequeña Dyra, de padres desconocidos, fue acogida por los sacerdotes de las distintas facciones (Xiombarg, Arkyn, Lassa, el culto profético) y creció, convivió y se desarrolló en compañía de monjes, acólitos diversos tanto de culto caótico (como el de Xiombarg) como del legal (Arkyn). Dyra demuestra desde niña un talento innato a la hora de memorizar textos de forma casi fotográfica o de encontrar una palabra repetida x número de veces en un tomo de dos mil páginas. Con el paso de los años va asombrando a los iniciados del templo con su talento descifrando claves ocultas en textos donde en teoría no las había, entendiendo parábolas como nadie las había interpretado hasta entonces y en los últimos años, traduciendo. Dyra se muestra tan maniática y reservada en lo personal como dotada para la oratoria, para la narración o para la escritura en los debates y conferencias del templo. En los últimos años, la esquiva Dyra cree haber aprendido a descifrar unos hasta ahora símbolos inexplicables e intraducibles heredados de las tablillas de metal del conocido como “Pueblo Condenado”.

La joven Dyra, en lo personal, debe compatibilizar un talento desmesurado a la hora de concentrarse, de focalizar cualquier fuente escrita, talla o glifo con una personalidad que aunque va saliendo a la luz, aún es bastante introvertida. Dyra amó a un acólito en el pasado. Un joven iniciado como ella, taciturno y misterioso. Lo perdió cuando una extraña plaga propagada por las ratas del alcantarillado terminó con él, entre furibundas fiebres. Dyra siente por dentro una mezcla entre la necesidad de enclaustrarse en su solitario mundo, de seguir estudiando en su templo y las lógicas necesidades y deseos de una joven sana, que necesita ver mundo y experimentar cosas nuevas lejos de los sabios muros de su casa-templo.