La Joya de Solamnia
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Re: La Joya de Solamnia
DALINDRA
El Nombre
Dalindra nació a la tierna edad de cero años en un pueblecito de Ergoth del Sur en medio de una gran algarabía; gente de todo el pueblo se reunió para darle la bienvenida a este mundo a la recién nacida. Las primeras palabras que le dedicó su padre, llenas sin duda de amor y orgullo, resumían a la perfección el sentir popular de sus congéneres:
-"Vaya pulmones tiene la maldita"
Y es que Dalindra siempre ansió comunicarse con el mundo que la rodeaba; tanto, que aprendió a hablar a una edad más temprana que la mayoría. Y ya no se calló nunca.
Un día que se encontraba sola, sin nadie con quien hablar (sin duda la gente estaba ocupada con algo importante, ¿verdad?), la chica empezó a conversar con los árboles y el césped de la zona. Por supuesto, éstos no le contestaban, pero nada le impedía jugar fingiendo que sí lo hacían. Cuando su madre llegó para avisarla de que era hora de comer, inadvertidamente le puso el nombre que llevaría a partir de ese momento:
-"Hora de comer, Dalindra."
Ignorante ante la burla de su madre, la elfa adoptó ese nombre llena de orgullo. Muchos años más tarde, cuando en su ceremonia de mayoría de edad le pidieron que escogiera el nombre que llevaría a partir de ese momento en su vida adulta, ella se limitó a sonreír, torcer la cabeza y decir:
-"¿Nuevo nombre? Sigo siendo Dalindra."
Nadie se atrevió a discutírselo. Y es que en dialecto kalanesti, Dalindra (o Dali'Indra) significa "Oradora de Verdes Pastos"...
Ikäri- Fundador
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Re: La Joya de Solamnia
Tumbado sobre una manta extendida en la escasa hierba que crece en una cordillera de montañas perdida de la mano de los Dioses, Aykan mira el cielo cuajado de estrellas, o al menos los fragmentos de este que se vislumbran entre las nubes.
La expedicion que ha partido de Solanthus con Va'Ardalia al frente descansa aprovechando el manto de la noche, y pese a que el viento tapa en parte el inevitable ruido de los acampados, no puede dejar de pensar que es un sitio demasiado expuesto y vulnerable. ¿Y si los Nerakeses estan advertidos sobre sus planes y caen sobre ellos? Eso sin contar que en un lugar con tantas montañas, piedras y rocas sueltas, con una elfa un tanto demente como Dalindra de tu lado (Aunque eso es intrascendente, las montañas al caer no distinguen entre amigos y enemigos), las posibilidades de sobrevivir siquiera se hacen cada vez mas pequeñas.
Bueno, al menos el enano sobreviviria. Aykan esta totalmente seguro de que la cresta de Flint podria resistir un par de rocas de 1000 libras. Y aun en el caso en que esta falle, debajo hay un duro y solido craneo enano.
El joven mago no puede evitar esbozar una sonrisa al imaginarse la escena y la furiosa persecucion a la que se exponia la elfa si una de sus "rocas perdidas" dañase la cresta del orgulloso enano.
Aykan se estira perezosamente, y tras echar un par de miradas a los lados, se levanta y se escabulle hacia detras de unos arbustos, a una veintena de metros del campamento. Mira a su alrededor y asiente satisfecho al ver un viejo arbol caido a tiro de manos ardientes, como decia su abuelo, y tras darle un par de pataditas al tronco y dar unos saltitos a la pata coja maldiciendo la mala suerte de clavarse una astilla en el intento, se sienta en el mismo, y de uno de los pliegues de su toga, saca su libro de conjuros. Un pequeño tomo marron, sin runas ni adornos, sencillo a la par que util.
El mago murmura una palabra en lenguaje arcano, y una pequeña runa brilla en la portada. Tras eso, abre el libro y comienza a memorizar los conjuros para el dia siguiente.
Mientras repasa su mejor conjuro, consistente en un proyectil de combustion magica (Lo que el comun de los humanos conoce como bola de fuego, o "Katapum"), su mente divaga, recordando sucesos ocurridos tiempo atras.
La primera vez que prendio fuego al granero sin querer, la primera vez que prendio fuego al granero queriendo, los buenos momentos con su abuelo, el cual le preparo para contener la magia en su interior y usarla, su marcha hacia La Prueba, la inquietante Prueba de la Alta Hechiceria, y su regreso, un regreso que tendria que haber sido triunfal.
Se imaginaba a su abuelo, orgulloso y con una gran sonrisa. Se imaginaba la ayuda que podria prestar a sus padres, y el respeto que podria granjear entre sus vecinos.
Sueños. Sueños rotos. Cuando llego, solo quedaban sombras y cenizas de unos tiempos que jamas volveran.
Aykan no esperaba volver a ver a ninguno de sus familiares. Habia perdido esa esperanza en las ultimas semanas, al ver el mundo exterior y el conflicto que arrasa las tierras por las que pasa. Y al ver que, con el paso de los dias, no tenia noticias de su abuelo. Solo podia esperar que su muerte fuera gloriosa, quizas defendiendo su casa de una incursion de Nerakeses.
Una incursion que quizas el habria podido evitar de no haber ido a pasar la prueba... No, como podia siquiera pensar eso. El apenas era un aprendiz de aprendiz de mago antes de la prueba, y ahora mismo no pasaba de novicio. Quizas podria haberles chamuscado las cejas un poco (Pensaba mientras se pasaba su mano por la frente, echando de menos a sus ausentes pelillos sobre los verdes ojos), pero poco mas.
El joven sacudio la cabeza, y cerro el libro bruscamente. Ahora no podia quitarse de la cabeza la Prueba.
El se consideraba un mago bastante bueno hasta que llego a la torre, y esta le apabullo con su aspecto de grandeza. Mientras esperaba impaciente, al lado de un par de elfos vestidos con sus mejores galas y un chico un par de años mayor, con mas oro en sus dedos que el que Aykan habia visto en toda su vida, no podia evitar pensar en que desentonaba bastante, con unos pantalones sencillos y una cuidada aunque vieja camisa. Luego, al ver el consejo de magos que los esperaban, imponentes y con un poder casi palpable, Aykan se sintio apenas un niño con un poder que aun no entiende del todo.
Afortunadamente esas sensaciones cesaron cuando comenzo su prueba.
No, ahora no queria pensar en eso. Habia aprendido por las malas que no toda la gente es lo que aparenta, que su poder no es tan ilimitado como pensaba y que todo acto trae su consecuencia.
Pese a todo, consiguio alcanzar su meta y alzarse de nuevo como un miembro de los Tunicas Blancas. Tal y como su abuelo lo habria querido.
Pero el joven mago tenia sus reservas.
Tras la Prueba empezo a distinguir matices de gris en la vida, no solo blanco y negro. Habia visto cosas sobre si mismo y sobre los demas que lo habia hecho reflexionar. Cosas que le hicieron abandonar la torre sin siquiera intentar la remota posibilidad de que un mago le aceptara como pupilo. De todas formas, ninguno habia mostrado el mas minimo interes en el chico, y a fin de cuentas, se las estaba arreglando bastante bien.
Bueno... Inmerso en una guerra en la que nunca penso tomar parte, rumbo a una ciudad que quieren conquistar en compañia de Elfos, Enanos, y (Los dioses nos asistan) Solamnicos.
Esa era otra cosa que habia aprendido, penso el joven mago mientras su mirada se pierde en la roja Lunitari, que asoma perezosa entre dos nubes. Los Solamnicos. Hipocritas, estirados y demasiado serios para su gusto. Otra muestra de que el blanco de la bondad puede cegar unos ojos tanto como la oscuridad de Takhisis.
Aykan suspira y guarda de nuevo el libro entre los pliegues de su tunica. Se pone en pie, se estira de nuevo y camina hacia el campamento. Mañana sera un largo dia. Y si las cosas van bien, quizas pueda experimentar y avanzar en sus estudios sobre la modificacion de ciertos hechizos. Al fin y al cabo, igualmente de complicado es invocar una tormenta de hielo que una de fuego. Tan solo tiene que encontrar las palabras adecuadas y entrelazarlas... Bosteza con pereza, acercandose a su manta y su mochila. Al lado, un enano ronca, acallando los pocos ruidos del campamento, que descansa, y compitiendo con el feroz viento de la montaña. Se tumba y se tapa a conciencia, usando la mochila para apoyar su cabeza.
Y quizas, en Palanthas... Quizas nos encontremos con esos renegados, y sus libros de magia.. Si, esos poderosos tomos de la Biblioteca. Seria una lastima que acabasen en manos de magos de poca monta. Aun mas tragico seria que cayeran en manos de los tunicas rojas, que a buen seguro los guardarian para su orden. Mucho mas beneficioso para todos es que el los recupere, y, en el momento oportuno, los lleve a la torre para ponerlos a disposicion de aquel que quiera. No sin antes echarles un vistazo, claro...
Aunque algunos podrian poner pegas, por desgracia no es el unico mago de la expedicion, y eso podria complicar las cosas... Pero esos libros tienen que ser suyos.
Y para una maga que encuentra interesante, la joven Lynessa, resulta que se queda atras, segura tras las murallas y las paredes de su mansion.
Aykan resopla con una tenue sonrisa de burla, mientras se arrebuja mas aun con su manta, y cierra sus ojos, intentando descansar algo para el dia siguiente. Con un poco de suerte podra achicharrar a un par de Nerakeses, o a una docena de goblins. Y si de refilon le da a la barba del enano...
Y Aykan sueña con poder, con un inmenso poder, y con nuevas formas de quemar cosas.
Foto del Dragon Age XD Si a la Master le parece mal alguna cosa o ve que no concuerda con la historia o algo, lo cambio y yasta.
Es un tochon de letras y cosas, si lo has leido, enhorabuena! XD No escribo muy bien pero creo que esto puede dar una idea un poco mas profunda de como es Aykan.
La expedicion que ha partido de Solanthus con Va'Ardalia al frente descansa aprovechando el manto de la noche, y pese a que el viento tapa en parte el inevitable ruido de los acampados, no puede dejar de pensar que es un sitio demasiado expuesto y vulnerable. ¿Y si los Nerakeses estan advertidos sobre sus planes y caen sobre ellos? Eso sin contar que en un lugar con tantas montañas, piedras y rocas sueltas, con una elfa un tanto demente como Dalindra de tu lado (Aunque eso es intrascendente, las montañas al caer no distinguen entre amigos y enemigos), las posibilidades de sobrevivir siquiera se hacen cada vez mas pequeñas.
Bueno, al menos el enano sobreviviria. Aykan esta totalmente seguro de que la cresta de Flint podria resistir un par de rocas de 1000 libras. Y aun en el caso en que esta falle, debajo hay un duro y solido craneo enano.
El joven mago no puede evitar esbozar una sonrisa al imaginarse la escena y la furiosa persecucion a la que se exponia la elfa si una de sus "rocas perdidas" dañase la cresta del orgulloso enano.
Aykan se estira perezosamente, y tras echar un par de miradas a los lados, se levanta y se escabulle hacia detras de unos arbustos, a una veintena de metros del campamento. Mira a su alrededor y asiente satisfecho al ver un viejo arbol caido a tiro de manos ardientes, como decia su abuelo, y tras darle un par de pataditas al tronco y dar unos saltitos a la pata coja maldiciendo la mala suerte de clavarse una astilla en el intento, se sienta en el mismo, y de uno de los pliegues de su toga, saca su libro de conjuros. Un pequeño tomo marron, sin runas ni adornos, sencillo a la par que util.
El mago murmura una palabra en lenguaje arcano, y una pequeña runa brilla en la portada. Tras eso, abre el libro y comienza a memorizar los conjuros para el dia siguiente.
Mientras repasa su mejor conjuro, consistente en un proyectil de combustion magica (Lo que el comun de los humanos conoce como bola de fuego, o "Katapum"), su mente divaga, recordando sucesos ocurridos tiempo atras.
La primera vez que prendio fuego al granero sin querer, la primera vez que prendio fuego al granero queriendo, los buenos momentos con su abuelo, el cual le preparo para contener la magia en su interior y usarla, su marcha hacia La Prueba, la inquietante Prueba de la Alta Hechiceria, y su regreso, un regreso que tendria que haber sido triunfal.
Se imaginaba a su abuelo, orgulloso y con una gran sonrisa. Se imaginaba la ayuda que podria prestar a sus padres, y el respeto que podria granjear entre sus vecinos.
Sueños. Sueños rotos. Cuando llego, solo quedaban sombras y cenizas de unos tiempos que jamas volveran.
Aykan no esperaba volver a ver a ninguno de sus familiares. Habia perdido esa esperanza en las ultimas semanas, al ver el mundo exterior y el conflicto que arrasa las tierras por las que pasa. Y al ver que, con el paso de los dias, no tenia noticias de su abuelo. Solo podia esperar que su muerte fuera gloriosa, quizas defendiendo su casa de una incursion de Nerakeses.
Una incursion que quizas el habria podido evitar de no haber ido a pasar la prueba... No, como podia siquiera pensar eso. El apenas era un aprendiz de aprendiz de mago antes de la prueba, y ahora mismo no pasaba de novicio. Quizas podria haberles chamuscado las cejas un poco (Pensaba mientras se pasaba su mano por la frente, echando de menos a sus ausentes pelillos sobre los verdes ojos), pero poco mas.
El joven sacudio la cabeza, y cerro el libro bruscamente. Ahora no podia quitarse de la cabeza la Prueba.
El se consideraba un mago bastante bueno hasta que llego a la torre, y esta le apabullo con su aspecto de grandeza. Mientras esperaba impaciente, al lado de un par de elfos vestidos con sus mejores galas y un chico un par de años mayor, con mas oro en sus dedos que el que Aykan habia visto en toda su vida, no podia evitar pensar en que desentonaba bastante, con unos pantalones sencillos y una cuidada aunque vieja camisa. Luego, al ver el consejo de magos que los esperaban, imponentes y con un poder casi palpable, Aykan se sintio apenas un niño con un poder que aun no entiende del todo.
Afortunadamente esas sensaciones cesaron cuando comenzo su prueba.
No, ahora no queria pensar en eso. Habia aprendido por las malas que no toda la gente es lo que aparenta, que su poder no es tan ilimitado como pensaba y que todo acto trae su consecuencia.
Pese a todo, consiguio alcanzar su meta y alzarse de nuevo como un miembro de los Tunicas Blancas. Tal y como su abuelo lo habria querido.
Pero el joven mago tenia sus reservas.
Tras la Prueba empezo a distinguir matices de gris en la vida, no solo blanco y negro. Habia visto cosas sobre si mismo y sobre los demas que lo habia hecho reflexionar. Cosas que le hicieron abandonar la torre sin siquiera intentar la remota posibilidad de que un mago le aceptara como pupilo. De todas formas, ninguno habia mostrado el mas minimo interes en el chico, y a fin de cuentas, se las estaba arreglando bastante bien.
Bueno... Inmerso en una guerra en la que nunca penso tomar parte, rumbo a una ciudad que quieren conquistar en compañia de Elfos, Enanos, y (Los dioses nos asistan) Solamnicos.
Esa era otra cosa que habia aprendido, penso el joven mago mientras su mirada se pierde en la roja Lunitari, que asoma perezosa entre dos nubes. Los Solamnicos. Hipocritas, estirados y demasiado serios para su gusto. Otra muestra de que el blanco de la bondad puede cegar unos ojos tanto como la oscuridad de Takhisis.
Aykan suspira y guarda de nuevo el libro entre los pliegues de su tunica. Se pone en pie, se estira de nuevo y camina hacia el campamento. Mañana sera un largo dia. Y si las cosas van bien, quizas pueda experimentar y avanzar en sus estudios sobre la modificacion de ciertos hechizos. Al fin y al cabo, igualmente de complicado es invocar una tormenta de hielo que una de fuego. Tan solo tiene que encontrar las palabras adecuadas y entrelazarlas... Bosteza con pereza, acercandose a su manta y su mochila. Al lado, un enano ronca, acallando los pocos ruidos del campamento, que descansa, y compitiendo con el feroz viento de la montaña. Se tumba y se tapa a conciencia, usando la mochila para apoyar su cabeza.
Y quizas, en Palanthas... Quizas nos encontremos con esos renegados, y sus libros de magia.. Si, esos poderosos tomos de la Biblioteca. Seria una lastima que acabasen en manos de magos de poca monta. Aun mas tragico seria que cayeran en manos de los tunicas rojas, que a buen seguro los guardarian para su orden. Mucho mas beneficioso para todos es que el los recupere, y, en el momento oportuno, los lleve a la torre para ponerlos a disposicion de aquel que quiera. No sin antes echarles un vistazo, claro...
Aunque algunos podrian poner pegas, por desgracia no es el unico mago de la expedicion, y eso podria complicar las cosas... Pero esos libros tienen que ser suyos.
Y para una maga que encuentra interesante, la joven Lynessa, resulta que se queda atras, segura tras las murallas y las paredes de su mansion.
Aykan resopla con una tenue sonrisa de burla, mientras se arrebuja mas aun con su manta, y cierra sus ojos, intentando descansar algo para el dia siguiente. Con un poco de suerte podra achicharrar a un par de Nerakeses, o a una docena de goblins. Y si de refilon le da a la barba del enano...
Y Aykan sueña con poder, con un inmenso poder, y con nuevas formas de quemar cosas.
Foto del Dragon Age XD Si a la Master le parece mal alguna cosa o ve que no concuerda con la historia o algo, lo cambio y yasta.
Es un tochon de letras y cosas, si lo has leido, enhorabuena! XD No escribo muy bien pero creo que esto puede dar una idea un poco mas profunda de como es Aykan.
Angryel- Rolero Perceval
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Re: La Joya de Solamnia
*Después de leer todo el texto con atención, Leila se pone en pie para la ovación.
Buenísima, Angry ^^
No, no te voy a vetar nada, porque además de encajar todo perfectamente, no me va eso de la censura XD
Me ha encantado, en serio. Sin palabras.
A ver si yo voy poniendo algunas de las historias que he ido preparando sobre los demás personajes.
Buenísima, Angry ^^
No, no te voy a vetar nada, porque además de encajar todo perfectamente, no me va eso de la censura XD
Me ha encantado, en serio. Sin palabras.
A ver si yo voy poniendo algunas de las historias que he ido preparando sobre los demás personajes.
Eirenne- Fundador
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Re: La Joya de Solamnia
Como seguramente ya os habreis dado cuenta (¿dónde estabais si no?), nuestra apuesta elfita sufre de claustrofobia en grado agudo. En su caso particular, el trastorno puede activarse (y lo hace) siempre que se encuentra en un lugar cerrado, sin importar el tamaño del mismo. Técnicamente hablando, resulta indiferente que se encuentre encerrada en un ataúd estrecho o que esté cenando tranquilamente en un gran salón rodeada de sus mejores amigos. La única forma de que no se "active" el trastorno es que tenga una ruta de salida hacia el exterior a la vista; dicha ruta ha de ser algo más obvio que "saber que tras esa puerta está el exterior": tiene que poder ver el exterior, ya sea a través de una ventana, una puerta abierta, etc. En caso de no ser así, Dalindra empezará a ponerse nerviosa, empeorando por momentos, y llegando finalmente a intentar escapar por todos los medios posibles, lo cual incluye agredir a sus mejores amigos si se interponen en su camino (como ya hemos comprobado ).
La pregunta a responder ahora es: ¿cómo ha llegado a este estado? La respuesta no es simple: dos acontecimientos en su vida la han marcado de tal manera que han sido los responsables de su trastorno. El primer acontecimiento tuvo lugar durante su infancia en Ergoth del Sur; el segundo, unas pocas semanas antes de de empezar la historia actual.
Ahora debería explicar esos dos episodios, pero tenfdrán que esperar a otro día; me espera un examen en pocos minutos, así que deseadme suerte (BUENA SUERTE, no me seais cafres XD).
La pregunta a responder ahora es: ¿cómo ha llegado a este estado? La respuesta no es simple: dos acontecimientos en su vida la han marcado de tal manera que han sido los responsables de su trastorno. El primer acontecimiento tuvo lugar durante su infancia en Ergoth del Sur; el segundo, unas pocas semanas antes de de empezar la historia actual.
Ahora debería explicar esos dos episodios, pero tenfdrán que esperar a otro día; me espera un examen en pocos minutos, así que deseadme suerte (BUENA SUERTE, no me seais cafres XD).
Ikäri- Fundador
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Re: La Joya de Solamnia
May the chuleta be with you XD
Joder, aqui el que no es claustrofobico es piromano, el que no, esta loco, y los que no estan locos son elfos, que es peor. Mola XD
Joder, aqui el que no es claustrofobico es piromano, el que no, esta loco, y los que no estan locos son elfos, que es peor. Mola XD
Angryel- Rolero Perceval
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Re: La Joya de Solamnia
Se han caido los dibujos tan artisticamente hechos por Leila, porfa, vuelve a colgarlos, al menos el de Lynessa, que quiero enseñarselo a una amiga :3
Angryel- Rolero Perceval
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Re: La Joya de Solamnia
Dame una A!
A!
Dame una Y!
Y!
Dame una..
BOLA DE FUEGO!!!
Aun no se sabe nada de re-tomar la partida? Yo creo que mi mago ya ha conseguido cantidad de libros, de hecho, incluso si me apuras, ya es un renegado que ha huido con todos esos libros y cuenta con su propia filacteria.
Queremos mas Joyas de Solamnia!
A!
Dame una Y!
Y!
Dame una..
BOLA DE FUEGO!!!
Aun no se sabe nada de re-tomar la partida? Yo creo que mi mago ya ha conseguido cantidad de libros, de hecho, incluso si me apuras, ya es un renegado que ha huido con todos esos libros y cuenta con su propia filacteria.
Queremos mas Joyas de Solamnia!
Angryel- Rolero Perceval
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Localización : Shadow Moses
Fecha de inscripción : 10/10/2009
Re: La Joya de Solamnia
(Este pequeño relato es un simple pasatiempo. Nuestra adorada Master Leila [Ave, Leila!] es la que decide si se ajusta a la partida o si es simplemente eso, un relato. P.D.: Estoy MUY oxidado, veremos que sale de aqui..)
Al fin habia dejado de llover.
Al joven mago no le gustaba demasiado la lluvia.
En realidad, no tenia nada en su contra, pero era bastante dificil quemar cosas cuando no deja de caer agua del cielo. Y a nuestro mago le pirraba quemar cosas, a ser posible cosas que se pusieran en su camino.
Tampoco le gustaba que la gente intentase poner obstaculos en su camino, asi que no habia mejor forma de solucionar problemas que quemarlo todo. "Si algo no te gusta, quemalo, maldicion!". Ese era el lema de nuestro mago, y hasta el momento, parecia haberle funcionado a las mil maravillas.
Afortunadamente para los elfos y otra gente amante de las cosas que arden (Como los enanos y sus barbas), ese dia no habia nada que quemar. Todo parecia tranquilo a la orilla del Lago Morgash, donde nuestro joven mago se habia resguardado de la lluvia, a la espera del momento idoneo para llevar a cabo sus planes.
Bostezando, se levanto y abandono la escasa proteccion que le proporcionaba aquel grupo de arboles donde habia levantado su campamento, que consistia basicamente en una pequeña hoguera y un petate extendido en el suelo, al lado del cual habia un baston un tanto peculiar clavado en la tierra y una pequeña mochila.
Mientras se desperezaba, sus ojos recorrieron el cielo, en busca del astro amigo que jugaba al escondite entre las grises nubes. - Maldita sea, que hora es?.- Murmuro para si mismo. - Seamos realistas, a quien le importa..
El joven mago habia desarrollado la mania de hablar consigo mismo. Al fin y al cabo, la mision que desempeñaba era una mision solitaria, donde el unico acompañante era su pequeño cuervo, "Grñack". Y este no era muy dado a las conversaciones intelectuales, aun cuando estuviera rondando por las cercanias y no vigilando en las alturas o cazando ratones.
Cazar ratones.. Ese pensamiento le recordo que no habia comido nada desde ayer. Sus tripas se ocuparon de darle fuerza a ese pensamiento apenas unos segundos despues, cuando hicieron un ruido que podria haber asustado a un cervatillo a medio kilometro. Sin compañeros y casi sin comida. Casi comenzaba a echar de menos tiempos pasados, cuando viajaba acompañado de gente que le tiraba montañas encima, le queria afeitar con un hacha o le miraban raro cuando quemaba goblins. Para ser sincero, añoraba bastante esos tiempos. Al menos de aquellas casi siempre tenian el estomago lleno. Con una mueca, y tras coger una pequeña cantimplora que siempre llevaba colgando de su mochila, dirigio sus pasos hacia el cercano lago.
Cuando lo alcanzo, se sento en el suelo un instante pare deshacerse de las raidas botas y dejarlas a pocos metros del lago. Luego entro en el agua sin prisa, mientras gruño entre dientes algo referente a los pechos de Takhisis y lo frio que estaba el liquido elemento.
Cuando bajo su mirada, el reflejo del ya no tan joven mago (Para que vamos a seguir engañandonos) se la devolvio. Los ojos verdes de Aykan brillaban, como siempre, y afortunadamente las cejas le habia vuelto a crecer de nuevo. Era uno de los peligros que tenia jugar con fuego, aunque afortunadamente ya habian pasado meses, o puede que años, desde que se las quemo por ultima vez.
El pelo le llegaba ya por la mitad de la espalda, aunque estaba bastante descuidado, casi tanto como la barba de un par de semanas sin afeitarse. Era un tanto dificil conseguir un peine cuando uno viaja tanto, y la pereza no ayudaba a eliminar el vello de su cara. - Al menos no tengo canas. - Dijo, soltando una carcajada, mientras comenzaba a llenar la cantimplora.
La gastada tunica roja comenzo a pesarle segun se iban empapando los bajos, asi que decidio quitarsela y arrojarla junto a la cantimplora ya llena hacia la orilla, quedandose en ropa interior. Su cuerpo aun distaba mucho de parecerse a sus musculosos congeneres del ejercito de Solamnia, pero pese a su delgadez, podia notarse que llevaba viajando a pie y solo un largo tiempo. Ya no era el enclenque mago de otros tiempos. Ahora al menos podia correr para escapar de las iras de un enano ofendido (Cosa harto dificil, pese a que todos sabemos que los susodichos enanos carecen de rodillas), y no se encontraba al borde del agotamiento tras una jornada de dura marcha.
Se adentro un poco mas en el lago, hasta que el agua le llego por la cintura, y con cuidado comenzo a quitar un rudimentario vendaje que tenia alrededor del antebrazo izquierdo.
Algo no habia salido como deberia cuando intento ejecutar el hechizo que llevaba tanto tiempo perfeccionando, y eso hizo que casi se quemase a si mismo un brazo. Pese a todo, Aykan no desistia, en busca de esa forma de poder superior por la que daria incluso la vida si fuera preciso. Aunque con truco, claro esta..
Tras examinar la quemadura, viendo la curacion de esta avanzaba favorablemente, comenzo a lavarla delicadamente. Ya apenas le dolia, lo cual era bueno, ya que durante un tiempo fue incapaz de realizar hechizos complejos debido al intenso dolor que sentia.
Tampoco habia perdido movilidad en la mano, lo cual era su preocupacion mas acuciante. Lo unico malo eran las cicatrices, pero que diantres, las chicas aman las cicatrices, asi que no habia de que preocuparse.
Tras lavar lo suficiente el vendaje, volvio a ponerselo de nuevo como buenamente pudo. Luego hundio la cabeza en el agua unos instantes y, tiritando, dirigio sus pasos hacia la orilla. Recogio la tunica y la cantimplora, y se encamino de nuevo hacia su pequeño refugio bajo los arboles. Colgo la tunica de una rama baja, lo suficientemente cerca del fuego para que se secase, y echo un par de palos a la hoguera. Apenas quedaban otro par, y Aykan era reticente a cortar la madera de los arboles vivos, asi que se limitaba a coger ramas caidas.
Era conocido por todos el amor que profesaban los elfos por la naturaleza, y pese a que estaba a una distancia suficiente entre ese lago y el asentamiento mas cercano, todos sabian que Ergoth del Sur estaba plagado de Kalanesti. Y lo que menos queria el mago en ese momento es que un grupo de "orejotas" se acercase a curiosear sobre los motivos que lo llevaban a esta parte de Ansalon.
Sentandose en el petate, abrio su mochila y saco de ella un poco de pan y un trozo de queso, lo ultimo que le quedaba.- Mañana tendre que intentar cazar algo.. Espero no prenderle fuego a ese algo en el intento. Aunque bien pensado, un venado churruscadito, asi, en su punto, tendria su encanto.. - Le dio un mordisco al queso y otro al pan, y dejando ambos de lado por el momento, saco algo mas de la mochila, un sencillo libro de portada negra, una pluma un poco doblada, un pequeño frasquito con tinta y un pedazo de pergamino.
Miro con cierto desagrado al libro, y luego abrio el frasquito para mojar la pluma y escribir algo en el pergamino.
"Aburrido y muy basico. De verdad este libro fue escrito por el tunica negra Bergil? Comienzo a dudar sobre las historias que escuche de el. Espero que el proximo sea mejor." Luego firmo con su marca, y dejo el pergamino sobre el libro negro.
Saco de su mochila una pequeña bolsa marron, de aspecto corriente. Tras asegurarse de que la tinta estaba seca, puso el pergamino sobresaliendo de entre las paginas del libro, y deposito este ultimo dentro de la bolsa. Metio de nuevo la bolsa en su mochila, y aprovecho para sacar un nuevo libro.
Este era azul oscuro, y tenia una serie de diseños en plateado en la portada. Era el ultimo "trofeo" que habia conseguido, y le habia llevado bastante tiempo hacerse con el, asi que tenia todo el derecho del mundo a leerlo un poquito antes de devolverselo a los Tunicas Rojas. Al fin y al cabo, les llegaria uno nuevo en un rato, y el tenia que hacer algo mientras esperaba.
- Esperemos que tu seas mas util que el ultimo libro que he leido, por que a este ritmo no consigo hacer avances.. - Dijo mientras se acomodaba, acercandose un poco mas a la hoguera. Con la mano derecha agarro bien el libro, abierto por la primera pagina, y con la otra mano agarro el pan y el pedazo de queso, dandoles un mordisco antes de comenzar la lectura.
A lo lejos, se escucho el graznar de un cuervo. "Grñack! Grñack!", pero Aykan estaba ya sumido en la lectura del ejemplar azul, y no le hizo caso.
Habia comenzado a llover de nuevo..
Al fin habia dejado de llover.
Al joven mago no le gustaba demasiado la lluvia.
En realidad, no tenia nada en su contra, pero era bastante dificil quemar cosas cuando no deja de caer agua del cielo. Y a nuestro mago le pirraba quemar cosas, a ser posible cosas que se pusieran en su camino.
Tampoco le gustaba que la gente intentase poner obstaculos en su camino, asi que no habia mejor forma de solucionar problemas que quemarlo todo. "Si algo no te gusta, quemalo, maldicion!". Ese era el lema de nuestro mago, y hasta el momento, parecia haberle funcionado a las mil maravillas.
Afortunadamente para los elfos y otra gente amante de las cosas que arden (Como los enanos y sus barbas), ese dia no habia nada que quemar. Todo parecia tranquilo a la orilla del Lago Morgash, donde nuestro joven mago se habia resguardado de la lluvia, a la espera del momento idoneo para llevar a cabo sus planes.
Bostezando, se levanto y abandono la escasa proteccion que le proporcionaba aquel grupo de arboles donde habia levantado su campamento, que consistia basicamente en una pequeña hoguera y un petate extendido en el suelo, al lado del cual habia un baston un tanto peculiar clavado en la tierra y una pequeña mochila.
Mientras se desperezaba, sus ojos recorrieron el cielo, en busca del astro amigo que jugaba al escondite entre las grises nubes. - Maldita sea, que hora es?.- Murmuro para si mismo. - Seamos realistas, a quien le importa..
El joven mago habia desarrollado la mania de hablar consigo mismo. Al fin y al cabo, la mision que desempeñaba era una mision solitaria, donde el unico acompañante era su pequeño cuervo, "Grñack". Y este no era muy dado a las conversaciones intelectuales, aun cuando estuviera rondando por las cercanias y no vigilando en las alturas o cazando ratones.
Cazar ratones.. Ese pensamiento le recordo que no habia comido nada desde ayer. Sus tripas se ocuparon de darle fuerza a ese pensamiento apenas unos segundos despues, cuando hicieron un ruido que podria haber asustado a un cervatillo a medio kilometro. Sin compañeros y casi sin comida. Casi comenzaba a echar de menos tiempos pasados, cuando viajaba acompañado de gente que le tiraba montañas encima, le queria afeitar con un hacha o le miraban raro cuando quemaba goblins. Para ser sincero, añoraba bastante esos tiempos. Al menos de aquellas casi siempre tenian el estomago lleno. Con una mueca, y tras coger una pequeña cantimplora que siempre llevaba colgando de su mochila, dirigio sus pasos hacia el cercano lago.
Cuando lo alcanzo, se sento en el suelo un instante pare deshacerse de las raidas botas y dejarlas a pocos metros del lago. Luego entro en el agua sin prisa, mientras gruño entre dientes algo referente a los pechos de Takhisis y lo frio que estaba el liquido elemento.
Cuando bajo su mirada, el reflejo del ya no tan joven mago (Para que vamos a seguir engañandonos) se la devolvio. Los ojos verdes de Aykan brillaban, como siempre, y afortunadamente las cejas le habia vuelto a crecer de nuevo. Era uno de los peligros que tenia jugar con fuego, aunque afortunadamente ya habian pasado meses, o puede que años, desde que se las quemo por ultima vez.
El pelo le llegaba ya por la mitad de la espalda, aunque estaba bastante descuidado, casi tanto como la barba de un par de semanas sin afeitarse. Era un tanto dificil conseguir un peine cuando uno viaja tanto, y la pereza no ayudaba a eliminar el vello de su cara. - Al menos no tengo canas. - Dijo, soltando una carcajada, mientras comenzaba a llenar la cantimplora.
La gastada tunica roja comenzo a pesarle segun se iban empapando los bajos, asi que decidio quitarsela y arrojarla junto a la cantimplora ya llena hacia la orilla, quedandose en ropa interior. Su cuerpo aun distaba mucho de parecerse a sus musculosos congeneres del ejercito de Solamnia, pero pese a su delgadez, podia notarse que llevaba viajando a pie y solo un largo tiempo. Ya no era el enclenque mago de otros tiempos. Ahora al menos podia correr para escapar de las iras de un enano ofendido (Cosa harto dificil, pese a que todos sabemos que los susodichos enanos carecen de rodillas), y no se encontraba al borde del agotamiento tras una jornada de dura marcha.
Se adentro un poco mas en el lago, hasta que el agua le llego por la cintura, y con cuidado comenzo a quitar un rudimentario vendaje que tenia alrededor del antebrazo izquierdo.
Algo no habia salido como deberia cuando intento ejecutar el hechizo que llevaba tanto tiempo perfeccionando, y eso hizo que casi se quemase a si mismo un brazo. Pese a todo, Aykan no desistia, en busca de esa forma de poder superior por la que daria incluso la vida si fuera preciso. Aunque con truco, claro esta..
Tras examinar la quemadura, viendo la curacion de esta avanzaba favorablemente, comenzo a lavarla delicadamente. Ya apenas le dolia, lo cual era bueno, ya que durante un tiempo fue incapaz de realizar hechizos complejos debido al intenso dolor que sentia.
Tampoco habia perdido movilidad en la mano, lo cual era su preocupacion mas acuciante. Lo unico malo eran las cicatrices, pero que diantres, las chicas aman las cicatrices, asi que no habia de que preocuparse.
Tras lavar lo suficiente el vendaje, volvio a ponerselo de nuevo como buenamente pudo. Luego hundio la cabeza en el agua unos instantes y, tiritando, dirigio sus pasos hacia la orilla. Recogio la tunica y la cantimplora, y se encamino de nuevo hacia su pequeño refugio bajo los arboles. Colgo la tunica de una rama baja, lo suficientemente cerca del fuego para que se secase, y echo un par de palos a la hoguera. Apenas quedaban otro par, y Aykan era reticente a cortar la madera de los arboles vivos, asi que se limitaba a coger ramas caidas.
Era conocido por todos el amor que profesaban los elfos por la naturaleza, y pese a que estaba a una distancia suficiente entre ese lago y el asentamiento mas cercano, todos sabian que Ergoth del Sur estaba plagado de Kalanesti. Y lo que menos queria el mago en ese momento es que un grupo de "orejotas" se acercase a curiosear sobre los motivos que lo llevaban a esta parte de Ansalon.
Sentandose en el petate, abrio su mochila y saco de ella un poco de pan y un trozo de queso, lo ultimo que le quedaba.- Mañana tendre que intentar cazar algo.. Espero no prenderle fuego a ese algo en el intento. Aunque bien pensado, un venado churruscadito, asi, en su punto, tendria su encanto.. - Le dio un mordisco al queso y otro al pan, y dejando ambos de lado por el momento, saco algo mas de la mochila, un sencillo libro de portada negra, una pluma un poco doblada, un pequeño frasquito con tinta y un pedazo de pergamino.
Miro con cierto desagrado al libro, y luego abrio el frasquito para mojar la pluma y escribir algo en el pergamino.
"Aburrido y muy basico. De verdad este libro fue escrito por el tunica negra Bergil? Comienzo a dudar sobre las historias que escuche de el. Espero que el proximo sea mejor." Luego firmo con su marca, y dejo el pergamino sobre el libro negro.
Saco de su mochila una pequeña bolsa marron, de aspecto corriente. Tras asegurarse de que la tinta estaba seca, puso el pergamino sobresaliendo de entre las paginas del libro, y deposito este ultimo dentro de la bolsa. Metio de nuevo la bolsa en su mochila, y aprovecho para sacar un nuevo libro.
Este era azul oscuro, y tenia una serie de diseños en plateado en la portada. Era el ultimo "trofeo" que habia conseguido, y le habia llevado bastante tiempo hacerse con el, asi que tenia todo el derecho del mundo a leerlo un poquito antes de devolverselo a los Tunicas Rojas. Al fin y al cabo, les llegaria uno nuevo en un rato, y el tenia que hacer algo mientras esperaba.
- Esperemos que tu seas mas util que el ultimo libro que he leido, por que a este ritmo no consigo hacer avances.. - Dijo mientras se acomodaba, acercandose un poco mas a la hoguera. Con la mano derecha agarro bien el libro, abierto por la primera pagina, y con la otra mano agarro el pan y el pedazo de queso, dandoles un mordisco antes de comenzar la lectura.
A lo lejos, se escucho el graznar de un cuervo. "Grñack! Grñack!", pero Aykan estaba ya sumido en la lectura del ejemplar azul, y no le hizo caso.
Habia comenzado a llover de nuevo..
Angryel- Rolero Perceval
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Re: La Joya de Solamnia
(Como todos mis relatos anteriores, este queda sujeto a cualquier cambio que Leila considere oportuno. A causa de mi desconocimiento de Krynn X años despues de los acontecimientos de la Guerra de la Lanza, este texto puede contener algun error, asi que espero que sepais disculparme).
Por cierto, me he puesto de avatar el que creo que podria ser el aspecto de mi PJ. Solo falta un tatuaje de un pollo azul en medio, pero eso ya es mas dificil de conseguir, asi que echadle imaginacion.
_______________________________________________________________________________________
La torre de Wayreth comenzaba ya a reflejar el sol naciente, iniciando una nueva jornada para muchos de sus habitantes. La luz radiante auguraba un dia calido y despejado, un excelente clima que poco tenia que ver con la epoca del año en la que estaban.
Comenzaban a escucharse ya las voces de algunos iniciados, apresurandose por el pasillo que daba acceso a los pequeños cuartos que tenian asignados. A Aykan le parecio escuchar la palabra "desayuno" y "engendro" al otro lado de la puerta, mientras los ultimos magos abandonaban sus habitaciones en direccion al comedor, a la biblioteca o a cumplir con sus obligaciones, que no eran pocas para los aprendices que acababan de superar su prueba y tenian la fortuna de contar con un mentor.
Aykan llevaba ya horas despierto, y habia hecho una pequeña pausa para observar el amanecer desde su pequeña ventana.
Siempre le habia gustado presenciar la salida del astro rey. Para el, los dias estaban llenos de oportunidades y aventuras, eran gotas en un estanque de poder que se llenaba poco a poco. Ver una gigantesca bola de fuego alzandose desde la nada para brillar con fuerza en el cielo le hacia sentir mejor, y le daba fuerzas cuando las cosas no salian como el deseaba. La luz de ese fuego, reflejado en sus ojos, eran una promesa de victoria y grandeza futuras, un hecho que se haria presente algun dia no demasiado lejano.
Sus ojos verdes ya no reflejaban esa luz. La gloria y el poder se habian desvanecido, dejando solo un amargo sabor de boca que no podia quitarse ni bebiendo todo el agua del mundo. Habia fracasado miserablemente.. Otra vez.
Se aparto de la ventana y se acerco a una pequeña mesa, llena de pergaminos y libros. Antes de sentarse, miro fijamente el espejo que tenia ante el. Lo habia colocado ahi a proposito, para comenzar a acostumbrarse a su nuevo aspecto.
Le devolvio la mirada una cara muy diferente a la que deberia estar ahi.
De un tono verdoso-azulado, con una mandibula prominente, dos colmillos inferiores lo suficientemente grandes como para sobresalir de su boca en todo momento y con rasgos faciales de una horrenda bestia nacida de la union de humanos y ogros, estaba claro que no era una cara agradable de ver. El pelo, largo y negro, habia optado por recogerselo en una coleta que le llegaba a media espalda, y la barba, tras recortarla adecuadamente, ofrecia un aspecto presentable aunque no conseguia arreglar el conjunto.
Afortunadamente todo eso quedaba en segundo plano en cuanto la gente se fijaba en el tatuaje que cubria gran parte de su cara, desde la nariz hasta la frente. El tatuaje tribal de un fenix azul en un semiogro, si, ese era un buen tema de conversacion para la gente que le veia pasar y susurraba a sus espaldas.
A Aykan le traian sin cuidado todos esos comentarios. Cuando llego a la torre tuvo que soportar las suficientes miradas de horror, curiosidad y asco como para que le dejase de importar, si es que le habia llegado a importar siquiera.
Durante la semana que llevaba alli habia tenido que asistir a varias inspecciones, fisicas, mentales y magicas. Al parecer, un misterio andante era todo lo que representaba para la mayoria de magos de la torre. El se habia prestado a todos los examenes que creyeron convenientes, aunque realmente no tenia eleccion, y habia escuchado la mayor parte de conclusiones a las que llegaron las personas que lo estudiaron. Curiosamente pocos coincidian en las mismas.
Apenas unos pocos pensaban que la reencarnacion habia sido cosa de los Dioses. Uno de ellos, por ejemplo, tenia la teoria de que obraba en poder de Aykan un hechizo que le permitia trasladar su alma a otro cuerpo permanentemente. Aunque bien pensado, ese era mejor que el mago que opinaba que no tenia alma y no era mas que un cuerpo controlado por alguien con oscuras intenciones para la orden. La expresion inmutable en el rostro de Aykan y su voz carente de cualquier emocion no ayudaron demasiado, y el hombre incluso habia llegado a ejecutar sobre el un hechizo de Disipacion Magica Mayor, sin ningun resultado para decepcion de algunos observadores.
Ahora, pasado el interes de la novedad, simplemente se limitaba a estudiar e inscribir los conjuros que necesitaba en su nuevo libro de hechizos, tarea que le mantenia ocupado gran parte del dia. El resto se lo pasaba ayudando con algunas tareas menores a Magos con mas rango que el dentro de la jerarquia magica. Hacer de escribano, recolectar componentes.. Lo que tuvieran a bien mandarle ese dia. De cuando en cuando se acercaba por la cocina y conseguia algo de comida, ya que preferia no hacer aparicion en el comedor comun.
Normalmente salia de la torre y se adentraba un poco en el bosque, hasta encontrar un pequeño claro, donde comia tranquilamente mientras examinaba este o aquel libro de conjuros, puede que un pergamino. O simplemente se limitaba a volver a su habitacion, a solas, para continuar con su labor.
Tras apartar la mirada del espejo, tomo asiento en un solido taburete delante de la mesa. Abrio el modesto ejemplar destinado a reemplazar su libro de conjuros, y repaso por ultima vez el ultimo hechizo que habia inscrito el dia anterior, uno destinado a crear una explosion de fuego a su alrededor. La noche anterior comprobo que, como todos los hechizos flamigeros que habia probado, este desprendia ahora llamas azules.
Sin duda un rasgo bastante llamativo para los encantamientos de un mago, y un constante recuerdo para Aykan de la transformacion que tuvo que experimentar a cambio de una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad que no estaba seguro de poder aprovechar.
Pero su orgullo, o lo poco que quedaba de el en ese momento, le obligaba a pensar que no estaba vivo de nuevo por el azar del destino. Queria creer que estaba vivo para alzarse triunfante sobre sus enemigos, que a estas alturas no eran pocos, y conseguir el poder que solo unos pocos sueñan y menos aun aspiran a conseguir.
Ahora solo faltaba que el propio Aykan creyera en si mismo de nuevo, pero cada vez que recordaba su caida entre las llamas de DarkHaven, una profunda vergúenza enterraba cualquier sentimiento de seguridad y paz consigo mismo, cosas que no le faltaban hace no mucho.
Sus manos pasaron lo mas delicadamente que pudo la pagina del libro, hasta encontrar una en blanco, y acto seguido comenzo a buscar en otro ejemplar un nuevo conjuro que inscribir en su compendio. Cuando lo encontro, comenzo a leerlo lentamente para si, mientras trataba de recordar como se tenia que pronunciar cada palabra para conseguir el efecto deseado. Afortunadamente las lagunas en su memoria no afectaron demasiado a su capacidad de comprension, y normalmente conseguia recordarlo todo bastante rapido, aunque este estaba resistiendosele un poco.
Antes de que consiguiera descifrarlo del todo, interrumpieron sus esfuerzos llamando a la puerta.
- Disculpad... ¿Aykan? El Archimago Teobaldus quiere veros. - Dijo una voz desde el otro lado de la puerta. Acto seguido se escucharon unos pasos que se alejaban a toda prisa, despues, el silencio.
Tras unos instantes, el mago se puso en pie, dejando un trozo de pergamino que marcaba la pagina donde habia detenido su lectura. Solto un pequeño suspiro de resignacion, y tras echarse la capucha de su roja tunica, salio de la habitacion.
Por cierto, me he puesto de avatar el que creo que podria ser el aspecto de mi PJ. Solo falta un tatuaje de un pollo azul en medio, pero eso ya es mas dificil de conseguir, asi que echadle imaginacion.
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La torre de Wayreth comenzaba ya a reflejar el sol naciente, iniciando una nueva jornada para muchos de sus habitantes. La luz radiante auguraba un dia calido y despejado, un excelente clima que poco tenia que ver con la epoca del año en la que estaban.
Comenzaban a escucharse ya las voces de algunos iniciados, apresurandose por el pasillo que daba acceso a los pequeños cuartos que tenian asignados. A Aykan le parecio escuchar la palabra "desayuno" y "engendro" al otro lado de la puerta, mientras los ultimos magos abandonaban sus habitaciones en direccion al comedor, a la biblioteca o a cumplir con sus obligaciones, que no eran pocas para los aprendices que acababan de superar su prueba y tenian la fortuna de contar con un mentor.
Aykan llevaba ya horas despierto, y habia hecho una pequeña pausa para observar el amanecer desde su pequeña ventana.
Siempre le habia gustado presenciar la salida del astro rey. Para el, los dias estaban llenos de oportunidades y aventuras, eran gotas en un estanque de poder que se llenaba poco a poco. Ver una gigantesca bola de fuego alzandose desde la nada para brillar con fuerza en el cielo le hacia sentir mejor, y le daba fuerzas cuando las cosas no salian como el deseaba. La luz de ese fuego, reflejado en sus ojos, eran una promesa de victoria y grandeza futuras, un hecho que se haria presente algun dia no demasiado lejano.
Sus ojos verdes ya no reflejaban esa luz. La gloria y el poder se habian desvanecido, dejando solo un amargo sabor de boca que no podia quitarse ni bebiendo todo el agua del mundo. Habia fracasado miserablemente.. Otra vez.
Se aparto de la ventana y se acerco a una pequeña mesa, llena de pergaminos y libros. Antes de sentarse, miro fijamente el espejo que tenia ante el. Lo habia colocado ahi a proposito, para comenzar a acostumbrarse a su nuevo aspecto.
Le devolvio la mirada una cara muy diferente a la que deberia estar ahi.
De un tono verdoso-azulado, con una mandibula prominente, dos colmillos inferiores lo suficientemente grandes como para sobresalir de su boca en todo momento y con rasgos faciales de una horrenda bestia nacida de la union de humanos y ogros, estaba claro que no era una cara agradable de ver. El pelo, largo y negro, habia optado por recogerselo en una coleta que le llegaba a media espalda, y la barba, tras recortarla adecuadamente, ofrecia un aspecto presentable aunque no conseguia arreglar el conjunto.
Afortunadamente todo eso quedaba en segundo plano en cuanto la gente se fijaba en el tatuaje que cubria gran parte de su cara, desde la nariz hasta la frente. El tatuaje tribal de un fenix azul en un semiogro, si, ese era un buen tema de conversacion para la gente que le veia pasar y susurraba a sus espaldas.
A Aykan le traian sin cuidado todos esos comentarios. Cuando llego a la torre tuvo que soportar las suficientes miradas de horror, curiosidad y asco como para que le dejase de importar, si es que le habia llegado a importar siquiera.
Durante la semana que llevaba alli habia tenido que asistir a varias inspecciones, fisicas, mentales y magicas. Al parecer, un misterio andante era todo lo que representaba para la mayoria de magos de la torre. El se habia prestado a todos los examenes que creyeron convenientes, aunque realmente no tenia eleccion, y habia escuchado la mayor parte de conclusiones a las que llegaron las personas que lo estudiaron. Curiosamente pocos coincidian en las mismas.
Apenas unos pocos pensaban que la reencarnacion habia sido cosa de los Dioses. Uno de ellos, por ejemplo, tenia la teoria de que obraba en poder de Aykan un hechizo que le permitia trasladar su alma a otro cuerpo permanentemente. Aunque bien pensado, ese era mejor que el mago que opinaba que no tenia alma y no era mas que un cuerpo controlado por alguien con oscuras intenciones para la orden. La expresion inmutable en el rostro de Aykan y su voz carente de cualquier emocion no ayudaron demasiado, y el hombre incluso habia llegado a ejecutar sobre el un hechizo de Disipacion Magica Mayor, sin ningun resultado para decepcion de algunos observadores.
Ahora, pasado el interes de la novedad, simplemente se limitaba a estudiar e inscribir los conjuros que necesitaba en su nuevo libro de hechizos, tarea que le mantenia ocupado gran parte del dia. El resto se lo pasaba ayudando con algunas tareas menores a Magos con mas rango que el dentro de la jerarquia magica. Hacer de escribano, recolectar componentes.. Lo que tuvieran a bien mandarle ese dia. De cuando en cuando se acercaba por la cocina y conseguia algo de comida, ya que preferia no hacer aparicion en el comedor comun.
Normalmente salia de la torre y se adentraba un poco en el bosque, hasta encontrar un pequeño claro, donde comia tranquilamente mientras examinaba este o aquel libro de conjuros, puede que un pergamino. O simplemente se limitaba a volver a su habitacion, a solas, para continuar con su labor.
Tras apartar la mirada del espejo, tomo asiento en un solido taburete delante de la mesa. Abrio el modesto ejemplar destinado a reemplazar su libro de conjuros, y repaso por ultima vez el ultimo hechizo que habia inscrito el dia anterior, uno destinado a crear una explosion de fuego a su alrededor. La noche anterior comprobo que, como todos los hechizos flamigeros que habia probado, este desprendia ahora llamas azules.
Sin duda un rasgo bastante llamativo para los encantamientos de un mago, y un constante recuerdo para Aykan de la transformacion que tuvo que experimentar a cambio de una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad que no estaba seguro de poder aprovechar.
Pero su orgullo, o lo poco que quedaba de el en ese momento, le obligaba a pensar que no estaba vivo de nuevo por el azar del destino. Queria creer que estaba vivo para alzarse triunfante sobre sus enemigos, que a estas alturas no eran pocos, y conseguir el poder que solo unos pocos sueñan y menos aun aspiran a conseguir.
Ahora solo faltaba que el propio Aykan creyera en si mismo de nuevo, pero cada vez que recordaba su caida entre las llamas de DarkHaven, una profunda vergúenza enterraba cualquier sentimiento de seguridad y paz consigo mismo, cosas que no le faltaban hace no mucho.
Sus manos pasaron lo mas delicadamente que pudo la pagina del libro, hasta encontrar una en blanco, y acto seguido comenzo a buscar en otro ejemplar un nuevo conjuro que inscribir en su compendio. Cuando lo encontro, comenzo a leerlo lentamente para si, mientras trataba de recordar como se tenia que pronunciar cada palabra para conseguir el efecto deseado. Afortunadamente las lagunas en su memoria no afectaron demasiado a su capacidad de comprension, y normalmente conseguia recordarlo todo bastante rapido, aunque este estaba resistiendosele un poco.
Antes de que consiguiera descifrarlo del todo, interrumpieron sus esfuerzos llamando a la puerta.
- Disculpad... ¿Aykan? El Archimago Teobaldus quiere veros. - Dijo una voz desde el otro lado de la puerta. Acto seguido se escucharon unos pasos que se alejaban a toda prisa, despues, el silencio.
Tras unos instantes, el mago se puso en pie, dejando un trozo de pergamino que marcaba la pagina donde habia detenido su lectura. Solto un pequeño suspiro de resignacion, y tras echarse la capucha de su roja tunica, salio de la habitacion.
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